Mi amiga Rosa. me volvió a invitar a su casa y me ofreció asiento: yo al ver el tamaño del mobiliario, "la verdad que lo veía muy pequeño y no cabria "- ¡ pero ella dijo que sí y yo que no! -En esa tesitura nos encontrábamos las dos ante la atónita mirada de su gata Misi.
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